El pensamiento crítico o “critical thinking” es el conjunto de procesos, estrategias y representaciones mentales que tiene el objetivo de desarrollar habilidades de pensamiento basadas en la exploración, el análisis y la reflexión para la correcta toma de decisiones. Todas ellas influirán durante el proceso de comunicación en una segunda lengua, por ejemplo. En un mundo ideal, el pensamiento crítico de las y los estudiantes se desarrolla integralmente, desde el principio y hasta el final de la escolarización, para convertirse en un hábito interiorizado independiente del campo de estudio. Sin embargo, en la realidad esto no sucede así.
Qué es el pensamiento crítico.
El pensamiento crítico o “Critical Thinking” se puede entender como el conjunto de procesos, estrategias y representaciones mentales a las que las personas recurrimos durante la toma de decisiones; Al enfrentar y resolver problemas, o bien, en la construcción de aprendizaje. (Shaw, 2014)
Desde mi experiencia como docente y evaluador docente, el desarrollo del pensamiento crítico transforma a las y los estudiantes en aprendices con un avanzado nivel de autonomía que de manera independiente y autorregulada construyen su propio aprendizaje. Mientras exploran su realidad y expanden su visión hacia la realidad global son capaces de estructurar de forma lógica y coherente un análisis y reflexión ulterior, que les permite tomar mejores decisiones: más eficientes; Considerando el impacto sociocultural, económico, ambiental y ético al momento de resolver problemas en cualquier contexto.
A través del desarrollo del pensamiento crítico desde la infancia, es posible reconocer las fortalezas y áreas de oportunidad propias y colectivas para establecer rutas de acción tanto de forma individual como colaborativa. Esto permite mejorar las interacciones sociales, el manejo de la información, la organización y gestión de tiempo para construir aprendizaje dentro y fuera de los espacios áulicos (Facione, 2007).
El pensamiento crítico destaca la comunicación asertiva entre las personas. Las ideas se presentan de manera coherente y lógica, adecuadas al contexto, pues se desarrolla la habilidad de evaluación de una manera eficiente. De esta forma, se toman decisiones más acertadas en la elección de las palabras y la organización de las ideas, lo que favorece una comunicación respetuosa, con base en argumentos e ideas fundamentadas en la realidad contextual y global.
Ejerciendo un pensamiento crítico se detona la creatividad, lo que da pie a la innovación. Se logra “pensar fuera de la caja” sin el encuadre de los cánones preestablecidos, resultando en la generación de procesos, productos y soluciones enriquecidas, eclécticas y muy interesantes. Las mayores aportaciones científicas resultaron de poner a prueba las creencias populares y atreverse a proponer ideas nuevas basadas en el análisis y la reflexión. Abrir debate y proponer ideas alternativas es base del progreso (López, 2000).
Finalmente, fomentar un pensamiento crítico en las y los estudiantes mexicanos abre una puerta al desarrollo económico de nuestra sociedad. En la actualidad la gestión de los recursos naturales, humanos, energéticos y económicos están basados en la tecnología y la información. Saber cómo explorar, analizar y reflexionar sobre la gestión de los recursos de forma sistemática, eficiente y ética es una habilidad que definitivamente es de utilidad en el desarrollo del país.
Del supuesto a la realidad.
Es evidente que el fomento del pensamiento crítico es enriquecedor en muchos aspectos, sin embargo, nuestro país no es el único en experimentar problemas para llevar a la práctica el desarrollo del pensamiento crítico. Según la Fundación para el Pensamiento Crítico establecida en 1991 en los Estados Unidos, es necesario fortalecer los sistemas educativos para que más estudiantes logren desarrollar un pensamiento crítico.
El tradicionalismo educativo es uno de los grandes obstáculos para permitir que las y los estudiantes desarrollen un pensamiento crítico, en ello estriba el reto de las y los docentes. Es fundamental deshacerse de pensamientos anticuados en los que la figura docente es el centro del proceso de aprendizaje, quien vierte el conocimiento y da cátedra del conocimiento absoluto que posee.
En el mejor de los casos las y los docentes tienen la suficiente apertura para posicionar al alumnado al centro del proceso de aprendizaje, sin embargo, es necesaria la orientación pertinente para lograr las habilidades docentes necesarias para guiar el desarrollo del pensamiento crítico en sus estudiantes.
Qué tipo de intervención docente fomenta el pensamiento crítico.
El colectivo docente requiere desarrollar habilidades para planear e implementar acciones en distintos escenarios que permitan al alumnado el desarrollo del pensamiento crítico (Paul y Elder, 2003). Así que, para desarrollar pensamiento crítico, las actividades que las y los estudiantes realicen en el escenario áulico, escolar y comunitario deben promover, entre otros aspectos:
1. La exploración del entorno. Despertar la curiosidad por lo que sucede alrededor permite que el alumnado interprete, entienda y comunique el significado de lo que acontece a su alrededor. La discusión socrática es una opción que las y los maestros pueden incluir en su intervención docente para provocar la exploración del entorno.
2. El análisis. Establecer supuestos alrededor de los hechos que ocurren alrededor del alumnado y debatir sobre los mismos, permite el posicionamiento ante un punto de vista u opinión y da pie a la toma de decisión para proponer soluciones al momento de enfrentar y resolver problemas. Invitar a las y los alumnos a crear tablas de pros y contras es una opción. En ellas que se contrastan posicionamientos ante hechos o fenómenos del contexto que funcionan como insumo para debatir al respecto.
2. La reflexión. Realizar un proceso de evaluación permite valorar los elementos alrededor de una o más propuesta para identificar su viabilidad. Inferir el posible resultado prevé la comprobación de hipótesis basadas en la lógica, sustentada en evidencias y argumentos fundamentados. Las y los docentes deben promover que las y los alumnos expliquen los resultados de sus ideas, de una forma coherente, con la garantía de argumentos razonables. Esta explicación puede ser individual o colaborativa, oral, escrita, con el aprovechamiento de la tecnología y en diversos ámbitos.
Las maestras y maestros que deseen promover un pensamiento crítico en sus estudiantes han de mantener ambiente de aprendizaje en el que exista respeto, la escucha atenta y la apertura al diálogo. Es necesario que motiven a todo el alumnado a trabajar de forma colaborativa, esto significa la ayuda mutua y la discusión académica para tomar decisiones colectivas para enfrentar y solucionar problemas o para satisfacer necesidades del entorno. Es fundamental la apertura docente para escuchar, adaptar y cumplir las participaciones del alumnado, alentándoles constantemente hacia la investigación, la propuesta de hipótesis y su verificación (Vidal, 2011).
El pensamiento crítico no es privativo de las ciencias exactas, es útil en cualquier área del conocimiento. En el aprendizaje de una segunda lengua, el pensamiento crítico ayuda en la elección de las palabras en un contexto familiar o profesional, por ejemplo. Es inagotable la cantidad de situaciones en las que el pensamiento crítico destaca las habilidades de las personas para comunicarse y aprender.
Para reflexionar:
El pensamiento crítico fomenta la independencia para no depender únicamente de la guía docente para aprender. Permite que las y los estudiantes sean conscientes de sus fortalezas y áreas de oportunidad a través de la autoevaluación. Promueve una comunicación asertiva mediante la organización de ideas coherentes y basadas en la lógica argumentativa. Es un detonador de la creatividad, lo que produce nuevas ideas, que se traduce en distintas formas de enfrentar problemas y satisfacer necesidades. Es necesario que las y los docentes posicionen al estudiante al centro del proceso de aprendizaje, se familiaricen con las habilidades que conforman un pensamiento crítico e integren en su intervención docente las acciones que propicien esta habilidad en sus estudiantes desde el inicio y hasta el final de su estadía en la escuela.
Bibliografía
Facione, P. (2007). Pensamiento Crítico: ¿Qué es y por qué es importante?
López, M. (2000). Pensamiento crítico y creatividad en el aula. México: Trillas.
Paul, R. y Elder, L. (2003). 24 La mini guía para el pensamiento crítico. Conceptos y herramientas.
Shaw, R. D. (2014). How Critical Is Critical Thinking? Music Educators Journal, 101(2), 65–70.
Vidal, G. (2011). Curso de didáctica del pensamiento crítico. Quito: Ministerio de educación.